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Funcionalismo estructuralista en el siglo XXI: ¿Por qué rechazan a los pobres? Por la Sociologa Marina Luz Baigorria

El enfoque estructural funcionalista es un análisis macro sociológico, con una amplia orientación en las estructuras sociales que la sociedad forma en su conjunto. En sociología, el estadounidense Talcott Parsons es uno de sus mayores exponentes.

Para unos funcionalistas, la pobreza es un vicio, surge de la pereza, indolencia, ignorancia, poco sentido del ahorro, alcoholismo, la razón de la pobreza está en los mismos pobres. Ellos son los culpables de su propia y lamentable condición. Es la concepción más difundida en nuestra sociedad.

La solución lógica que propone esta visión, tan miope y superficial, es la del asistencialismo, que va desde la limosna individual hasta tantos falsos proyectos de los gobiernos y de las ONGs.

Para otros funcionalistas, la pobreza es un atraso económico y social. Ellos con un poco más de realismo, ven a los pobres como un fenómeno colectivo, cosa que en opinión anterior no era percibida.

Sin embargo, los funcionalistas no llegan a percibir el carácter conflictivo de la pobreza. No llegan a ver que, en realidad, unos son pobres porque otros son ricos y que la razón más profunda de la pobreza de muchos, está en el enriquecimiento desproporcionado, inmoral y acelerado de unos pocos, ya sea como nacionales, como empresas o como personas particulares.
Los funcionalistas, piensan que en base a préstamos y a trasferencias de tecnología extranjera el problema se arreglará, haciendo que desaparezcan la pobreza y el hambre.
La salida política que ellos proponen es el reformismo, entendido como mejora creciente del sistema vigente.

Por otro lado, la aporofobia es un concepto que significa rechazo u odio al pobre. Se basa en la creencia de que aquellos sujetos que están en situación de vulnerabilidad no tienen nada que aportarle a la sociedad.

Frente a la situación económica nacional de alta inflación, tarifazos y recesión cuesta mucho llegar a fin de mes: las cosas están cada vez más caras, los servicios son impagables y todos los días una fábrica nueva se cierra.

La precariedad de la vida de los trabajadores ha aumentado y contar con un empleo no garantiza tener buenas condiciones de vida, el miedo a la pobreza se exacerba y nos ha hecho ver que todos somos vulnerables.

La aporofobia es una expresión que aparece hace varios años, utilizado por la filósofa española Adela Cortinas, que significa el rechazo u odio al pobre. Se basa en la creencia de que aquellos sujetos que están en situación de vulnerabilidad no tienen nada que contribuir a la sociedad. Se expresa en la indiferencia al sufrimiento ajeno, en insultos, agresiones y en distintos actos cotidianos de los ciudadanos.

Este odio a los que menos tienen, es sistemáticamente construido por los medios de comunicación y la casta política que fomentan la discriminación a los pobres y exaltan los valores meritocráticos, individualistas y egoístas.

Ejemplo de los dichos del mismo Macri, en octubre de 2002, dijo al diario La Nación, sobre los cartoneros, “este es un negocio millonario y los cartoneros tienen una actitud delictiva porque se roban la basura. Al ciruja me lo llevo preso.”

Este odio construido desde arriba es un triunfo de las clases dominantes, que logran direccionarlo desde quienes tienen un poco contra los que están todavía en peores condiciones, cómo si los pobres fueran los responsables de sus frustraciones.

Los culpables no serían los políticos con sueldos millonarios, los especuladores que ganan millones con la bicicleta financiera, las empresas multinacionales que evaden impuestos, fugan capitales y hacen todo tipo de fraude para preservar sus obscenas ganancias, sino que el culpable es el cartonero, el limpiavidrios o quienes cobran la Asignación Universal por Hijo (AUH).

Y en contextos de crisis como el actual esto se refleja de forma más cruel, hay más frustración y más aparato mediático dirigiendo la bronca. Se hace esta pregunta: ¿por qué en los peores momentos los medios hablan de la inseguridad estigmatizando al pobre como delincuente y no nos hablan de la inseguridad que es no tener para comer?

Si bien es importante el surgimiento de esta palabra para visibilizar un problema, con solo exponerlo y denunciarlo no se lo puede eliminar sin romper con este sistema que se asienta en ese odio apropiándose de la ganancia que produce el trabajo de los pobres y lo legaliza haciéndolo «normal».

Cada vez más personas entran en el parámetro de pobre. pero nadie quiere asumirse como tal, porque la idea construida del pobre es el de delincuente, narcotraficante, adicto, vago, y no un sujeto excluido, marginado, al que no se le garantizan los derechos.

La implementación de esta idea que divide y enfrenta nos oculta e impide ver que la lucha no es contra el vecino que está un poquito peor sino contra los que digitan la miseria planificada.