
En Castex la concentración se realizó a las 17hs en La Plaza San Martin, se repartieron pañuelos violetas y también hubo banderas y pancartas con frases como, “somos el grito de las que no están y no nos vamos a callar”.

También hubo momentos para los discursos, una de las organizadoras fue la encargada de la oratoria, “”la razón que nos convoca hoy a todas, es acompañar a una de las nuestras que fue olvidada e ignorada, violentada no solo en casa, sino que en los lugares que se supone que deberían brindar contención”.
Al finalizar, el grupo de mujeres realizó un recorrido alrededor de la Plaza San Martin con aplausos y muestras de apoyo a Yanina Coronel. La movilización concluyó frente a la Comisaría Departamental con una “aplaudida”, solicitando la liberación de la castense.

MOVILIZACIÓN EN SANTA ROSA
Este viernes, organizaciones feministas hicieron una conferencia de prensa y se movilizaron para pedir por la libertad de Coronel: allí leyeron una carta que ella misma escribió, contando las distintas situaciones de las que fue víctima en los casi diez años que estuvo en pareja con Páez Albornoz.

«Gracias a que cambió de estudio de abogados, Yanina logró una restricción para que Páez no se pueda acercar a ella ni a su hijo», destacó. Hasta ahora, había sido representada por el abogado Rodrigo Villa y desde los últimos días la defensa penal está en manos del estudio Pighín / Fernández / Aimar, mientras que en el fuero de familia está a cargo de la abogada María Belén Ferrari que, según destacaron, es quien logró la medida de restricción respecto del menor.
De todos modos, el abogado anterior, Rodrigo Villa, aclaró que la presentación para la restricción había sido presentada por él antes de dejar el caso: se trata de la actuación Nº 2763049.
En la carta, Coronel contó que su pareja la sometió a violencia física y económica e incluso llegó a intervenirle su teléfono y los perfiles de Facebook de personas conocidas a través de tecnología que le facilitaban sus compañeros policías. Relató amenazas de muerte hacia ella y su familia, y que incluso usaba su arma reglamentaria para amedrentarla.

«Al subjefe y a las psicólogas de la Policía les llegaban las denuncias que yo hacía y no actuaron. Él me quería muerta para que sea de él y de nadie más, me pedía que me matara», describió.
Además, sembró sospechas sobre el papel de los responsables del área de Seguridad Rural donde Páez Albornoz se descompuso tras ingerir el licuado con el tóxico: dijo que hicieron limpiar la unidad antes de que se haga un allanamiento, y dio a entender que la sustancia podría haber salido de un secuestro de agrotóxicos que habían hecho en esos días.