Grindavík, donde se encuentra la famosa Laguna Azul en Islandia, que atrae a los turistas por sus humeantes aguas geotermales, fue evacuada a la madrugada debido a una importante actividad sísmica y magmática del volcán Murapi.
La Oficina Meteorológica de Islandia emitió advertencias sobre la probabilidad de una inminente erupción de lava, respaldadas por datos que mostraban cambios en la presión y por lecturas de estaciones GPS en tiempo real.
Las autoridades actuaron con presteza pese a que el movimiento se produjo dos días antes de la fecha prevista,
La erupción, aunque menor que la de hace una semana, provocó la evacuación de la ciudad, sita a unos 70 kilómetros al suroeste de la capital, Reykjavík, en la península de Reykjanes.
Se trata de una de las atracciones más visitadas del país.
Las autoridades hicieron un llamamiento a los turistas para que se abstuvieran de acercarse al lugar de la erupción, lo que permitirá centrarse en mitigar los daños potenciales y ahorrar recursos críticos si tuvieran que afectarse a rescates y otras emergencias.
La lava, que fluía hacia Grindavík, llegó hasta unos 450 metros de las casas más al norte de la ciudad, y se había acercado peligrosamente a un edificio identificado como un invernadero gestionado por la empresa ORF Biotechnique, visible en las webcams de la RÚV.
El hotel Blue Lagoon también liberó sus áreas de actividad, con ejecución exitosa, según confirmó Helga Árnadóttir, gerente de ventas, operaciones y servicios del lugar, al constatar una ocupación mínima en el establecimiento.
Los residentes fueron despertados por las sirenas y abandonaron rápidamente sus hogares durante la evacuación, agotados y fastidiados por los continuos eventos sísmicos.
El vulcanólogo Ármann Höskuldsson expresó su esperanza de que sea una erupción breve, pero observó similitudes con la anterior, de modo que anticipó una posible recurrencia durante los próximos 10 a 12 años.
Al norte de Grindavík ya se vienen construyendo defensas antilava, y la primera fase se encontraba muy avanzada, aunque aún no alcanzaban su tamaño completo, lo que pone de relieve los esfuerzos en curso para mitigar los daños potenciales.
Pero semanas de actividad sísmica que culminaron en una dramática erupción volcánica, con la expulsión de ráfagas de lava y enormes columnas de humo que se elevaban al cielo, terminaron concretando, finalmente, la evacuación de Grindavik, anticipada el viernes por la Oficina Meteorológica de Islandia.
La fundamentaba en los peligros asociados con las fisuras volcánicas se consideraban de mayor riesgo que en su evaluación anterior.
“Se puede suponer que la orden estará en vigor durante las próximas tres semanas”, dijo la Agencia de Protección Civil del país al día siguiente en un comunicado.
Las únicas excepciones a la orden serían para las autoridades para realizar asuntos oficiales o para los residentes, “por períodos cortos, mientras rescatamos objetos de valor”.
Sin embargo, la actividad sísmica y magnética de la jornada siguiente hizo adelantar los tiempos.
La semana pasada, el Departamento de Protección Civil había dicho que “no se considera justificable seguir viviendo en Grindavík, a la luz de consideraciones de seguridad pública”.
La cantidad de magma había alcanzado un nivel similar al de la erupción anterior en diciembre, según la agencia.
En el caso de la más reciente, el magma podría “migrar más al sur” –en comparación con la erupción anterior– y se manejaba la posibilidad de que llegara a la ciudad de Grindavík, lo que finalmente sucedió.
El 3 de diciembre, la actividad volcánica causó la muerte de 23 excursionistas que se encontraban en ese momento en la montaña y provocó la expulsión de ceniza volcánica a una altura de hasta 3.000 metros.
El monte Marapi posee uno de los volcanes más activos de Indonesia, que se encuentra en el Cinturón de Fuego del Pacífico, con 127 volcanes activos, más que ningún otro lugar del mundo.
A principios del siglo XXI entró en erupción 11 veces, la más mortífera de ellas en 1979, con 60 muertos.