
El hecho fue denunciado el pasado 26 de mayo como un “ingreso de desconocidos” a una vivienda ubicada sobre el Pasaje Maldonado. El inmueble pertenece a una mujer propietaria de un geriátrico, quien se la había cedido a su hija, recién llegada desde Córdoba junto a su pareja y dos hijos menores.
En un principio, la hija convenció a su madre de que habían sido víctimas de un robo. Sin embargo, la versión se desmoronó tras una rápida investigación policial. “La madre hizo la denuncia creyendo que habían entrado a robar, pero fueron ellos mismos. Los vecinos los vieron cargando todo en una camioneta y luego vendiendo las cosas casi a precio de remate”, reveló una fuente policial a El Diario.
Entre los elementos sustraídos se encuentran un somier de dos plazas y media sin estrenar, un colchón de una plaza, dos cortadoras de césped, zapatillas, una mesa ratonera de cedro, un ventilador, un lavarropas, entre 15 y 20 sillas plásticas, dos sillones de cuerina y una mesa de camping, entre otros objetos.

En un principio, la madre sospechó de un sobrino, pero las imágenes de las cámaras de vigilancia y los testimonios vecinales permitieron comprobar que los autores fueron su propia hija y el yerno. “Aparentemente, vinieron de Córdoba con varias deudas y estaban en aprietos económicos… también se encontraron plantas de marihuana en el fondo del patio”, agregó la fuente.
Tras el descubrimiento, varios de los objetos robados pudieron ser recuperados. Paradójicamente, y ante la situación de “vulnerabilidad” de los menores, la mujer aceptó que su hija y yerno se mudaran a vivir con ella al geriátrico que administra.
Con información de El Diario