
Conocido y querido por su compromiso, su empuje y su enorme corazón, Carlos fue parte fundamental de la historia reciente del club «bohemio». Su llegada a la institución se remonta a 1993, cuando junto a un grupo de amigos y apasionados del deporte motor comenzaron a trabajar en el viejo circuito de «La Muela», impulsando el automovilismo y siendo uno de los pioneros del motociclismo en la localidad. Con esfuerzo, ingenio y trabajo colectivo, ayudó a consolidar el predio como un epicentro provincial de las dos ruedas, recibiendo incluso campeones argentinos.
Pero su legado no terminó allí. En 2002, en un momento crítico para la institución, fue convocado para asumir la presidencia del club. Aceptó con una sola condición: que lo acompañaran sus amigos y compañeros de lucha. Así, junto a Néstor Funcia y Jorge Martín, inició una etapa de reconstrucción en medio de una crisis económica e institucional profunda.
“En ese entonces no teníamos nada, ni cantina, ni sede, ni plata para hacer el sello del presidente”, recordaba emocionado en una entrevista. Con enorme voluntad y gestión, lograron regularizar empleados, enfrentar juicios, generar recursos a través del motociclismo y el karting, y recuperar el club. Su presidencia se extendió hasta 2008, y marcó un punto de inflexión: sentó las bases para el resurgimiento de Estudiantil, que años después llegaría a celebrar su centenario con orgullo.

Carlos Erro no solo fue presidente. También fue vicepresidente en gestiones posteriores y un incansable colaborador. Estuvo presente siempre, como padre, como hincha y como dirigente. “Estudiantil es la vida”, llegó a decir entre lágrimas en una de sus últimas entrevistas. Fue distinguido con el Triángulo de Plata, uno de los mayores reconocimientos del club, en un momento personal difícil que, según sus propias palabras, lo ayudó a salir adelante.
Su paso por la función pública también dejó huella: como director de Servicios Generales del municipio, era respetado por su humildad, su compromiso diario y su cercanía con los vecinos y vecinas.
Hoy, Estudiantil pierde a uno de sus grandes hacedores, y Eduardo Castex despide a un vecino entrañable. En cada rincón del club, en cada motor encendido, en cada logro que pareció imposible pero se hizo realidad, quedará para siempre la huella imborrable de Carlos Erro.