Cada 24 de enero se conmemora el Día Internacional de la Educación, dictaminado por la UNESCO hace cinco años, como una oportunidad de reflexionar sobre el papel fundamental que cumple en la paz y el desarrollo de toda sociedad. Si hay alguien que le inculcó a sus tres hijos y sus cuatro nietos el amor por estudiar es Raquel, que a sus 82 años fue elegida abanderada después de recibirse del secundario. Ella es una de esas “persona vitamina”, tal como dicen quienes la conocen, porque inspira con sus valores y es responsable de un efecto dominó en sus amigas, quienes al ver que ella pudo, también quieren cumplir sueños pendientes. “Lo deseé toda mi vida, desde el día en que dejé hasta ahora”.
Participa de la charla también su hija Paula, quien sintió vocación docente desde muy chica y es profesora de Economía y Contabilidad. Su madre siempre le inculcó la importancia de aprender, de sumar conocimientos para formarse, y sobre todo, de animarse a cumplir objetivos, sin importar la edad. “A mí no me vendría mal que me saquen unos años, unos cuantos menos y no me para nadie”, dice Raquel con una sonrisa. Y agrega: “Durante mi infancia eran muy pocos los que se recibían, no era como ahora que los chicos van a la universidad, con suerte terminabas la primaria”.
Raquel también toca el piano y la música siempre le gustó, pero soñaba con terminar el secundario
En su momento tuvo que elegir entre seguir el secundario comercial o aprender a tocar el piano, y se inclinó por la segunda opción. “Como no podían pagarme las dos cosas, y a mí me resultaba más cómodo lo musical, porque era dos o tres veces a la semana en vez de ir todos los días al colegio, opté por eso”, cuenta. Desde muy chica pedía que le regalaran su instrumento musical favorito, y recuerda con humor que cuando le pidió a los Reyes Magos que le cumplieran el deseo, le trajeron una versión en miniatura. “Me dejaron un piano miniatura, era como un adorno, y me enojé porque yo quería el de verdad, se ve que no me entendieron bien Melchor, Gaspar y Baltazar”, bromea, y revela que recién en tercer año del profesorado se lo pudieron comprar.
El tiempo pasó y la asignatura pendiente de retomar los estudios se hizo cuesta arriba. Trabajó en una oficina durante diez años, después conoció a su marido, y tuvo tres hijos. “Estuve casada 50 años, pero pasaron como un suspiro, y hoy ya tengo cuatro nietos”, revela agradecida por la familia que formaron. En ese entonces dejó su trabajo y se dedicó de lleno a su hogar, pero para aportar un ingreso extra también dio clases de piano durante ocho años. ”Siempre le digo a la gente que no dejen sus empleos, porque ayuda mucho tener una actividad propia”, aconseja.
Cuando comenzó la cuarentena obligatoria por los contagios de coronavirus, Paula temió por la salud de su madre, y durante una charla le preguntó qué le faltaba hacer en su vida. “Mucha gente estaba muy mal emocionalmente y espiritualmente, e incluso a mí me pasó que cuando estuve mal sentí que me ayudó mucho leer y estudiar para despejar la mente. Ahí surgió que me dijo que le gustaría hacer la secundaria, y la anoté en el Centro Educativo de Nivel Secundario N°456 de Tigre, donde funciona el programa Educación a distancia”, detalla la hija de Raquel.
Enfrentaron los miedos sobre cómo haría para manejar la tecnología, si podría cumplir con la entrega de trabajos prácticos, y el desafío de volver a rendir una examen después de más de seis décadas. “Le prometí que nosotros la íbamos a ayudar, que no perdía nada intentándolo, y conseguimos un celular para que pudiera empezar a manejarlo y amigarse con las pantallas”, describe Paula sobre ese primer paso. La contención que recibió y el apoyo de todos los integrantes de la familia fue clave para que pudiera cumplir con el cronograma de dos años para obtener el título.
En familia, Raquel junto a sus tres hijos, sus cuatro nietos y Analía Briozzo, la coordinadora del CENS 456 de Tigre
Emocionada, cuenta que escribía a mano todos los deberes, y que su nieta se los transcribía a la computadora para que pudieran subirlos al classroom en formato digital. “Me parece que estuvo buenísima la experiencia; fue una salvación en plena pandemia tener una rutina y en una obligación. Fueron tiempos donde personas conocidas y queridas estaban muy graves, y era muy doloroso no poder movernos de casa”, asegura Raquel, que varias noches se llevaba las hojas que le imprimía su hija con los ejercicios que tenía que completar, para terminarlos en la cama.
“A veces se quedaba dormida mientras leía, y yo le mandaba las fotos a mis hermanos y a los nietos para que vieran lo que hace la abuela, como una forma para incentivarlos porque hoy a los chicos les cuesta mucho mantener el interés y la convicción de que recibir educación es un derecho que no tiene edad, para todos por igual sin discriminar, sin distinción, y es para toda la vida”, comenta Paula.
Raquel fue elegida abanderada a los 82 años y no podía creerlo cuando se lo contaron por teléfono
Literatura se convirtió en su asignatura favorita, pero le puso mucho empeño a todas las materias, y finalmente logró el cometido de graduarse en diciembre último. Habían empezado 145 alumnos al momento de la inscripción, y egresaron 75. Como cursó de manera virtual todo el programa, el día del acto en que fue a recibir el diploma fue la primera vez que sus compañeros la conocieron en persona y supieron su edad. “Habrán pensado: ‘Mirá esta viejita que estudiaba conmigo’”, dice entre risas la flamante egresada.
Surge el nombre de Analía Briozzo, profesora de Informática y coordinadora del CENS 456 de Tigre, por el continuo apoyo que le brindó desde el día en que se enteró de que por primera vez tendrían una alumna de 80 años. “Ella estuvo al pie del cañón, atenta siempre a cómo me estaba yendo, y la verdad que la quiero muchísimo porque fue muy amable conmigo en todo momento”, la elogia Raquel, que vuelve a regalar una sonrisa y todavía está sorprendida de la cantidad de repercusiones que tuvo el posteo de Facebook donde contaron que había alcanzado su meta.
Analía se suma a la entrevista con este medio y le responde a la abanderada que la movilizó hasta las lágrimas. A los pocos minutos vuelve a emocionarse al revivir el acto donde le entregaron los dos diplomas: uno por la culminación del secundario y el otro por su destacada trayectoria en la escuela. “Hace cuatro años que decidí dedicarme a la docencia, y tuve muchos alumnos en este tiempo, pero no conocí a ninguno como Raquel;es una experiencia que va a quedar sellada en mi corazón porque tengo recuerdos hermosos: yo la llamé para darle la noticia de que iba a ser abanderada, le hice entrega de su diplomatura y la medalla, y fui testigo del acompañamiento de todos sus hijos”, expresa.
Raquel junto a Analía Briozzo, docente de Informática y coordinadora del CENS 456 de Tigre
Raquel reconoce que se asombró mucho cuando supo que había sido elegida para portar la bandera. “No lo podía creer, y sentía que no me lo merecía, porque hay tantos chicos que también han ido a estudiar con dificultades, con hijos chiquitos, saliendo del trabajo justos de tiempo, y quizá otros se lo merecían más que yo”, dice con humildad, mientras Analía la contradice y remarca que fue una elección con muchos fundamentos. “Ella se súper merecía ser abanderada, porque en educación de adultos no se elige solo por la mejor nota, sino por un conjunto de factores de lo que representa ese alumno, y encima su analítico es un espectáculo porque se sacó todo 9 y 10″, revela la coordinadora de la institución.
“La empecé a tomar como ejemplo en mis clases, donde hay un promedio de edades que empieza en los 16 años hasta los 60, con todo tipo de situaciones, y cuando los chicos me decían que no podían seguir, o me cuestionaban para qué seguir, yo les contestaba: ‘Tengo una alumna de 80 años que le pone toda la voluntad, ¿si ella puede porque ustedes no van a poder?’”, narra la docente de Computación. “Como analista de sistemas cuando yo decidí entrar a la docencia también me puse a estudiar de vuelta para ser profesora, y entonces los incentivaba diciendo que se puede a cualquier edad, para que no abandonen a mitad de camino”, argumenta.
“Es un ejemplo a seguir y una fuente de inspiración para todos”, sentencia Analía. Atenta a todos los detalles, y con el sentido de la responsabilidad que la caracteriza, la principal preocupación de Raquel era si iba a poder sostener la bandera. “No quería fallar, practiqué un par de veces y después por suerte salió todo bien”, celebra la destacada alumna. Ese día asistieron sus tres hijos y sus cuatro nietos al acto, para verla brillar, y luego lo compartieron en las redes sociales.
Paula revela que así como hubo mensajes positivos y felicitaciones, también recibieron algunos ofensivos. “Decían para qué estudiar a esta edad, porque todavía falta entender que tenemos que ser civilizados y que estudiar nos hace más civilizados, más respetuosos, y nos instruye también para evitar la discriminación”, enfatiza. “La buena educación no es dar un título porque sí, no es ser facilitador de cosas, es ser la guía de alguien que busca ser mejor persona, y la unión de la familia también es muy importante, porque podemos estar conectados en redes, pero además tenemos que estar conectados con los buenos valores, la buena comunicación en la mesa, porque todo eso ayuda”.
Raquel escucha atenta sus palabras, y agradece que tanto su hija como los dos varones que crío, culminaron sus estudios en tiempo y forma, e incluso ahora en su adultez buscan perfeccionarse en algunas áreas haciendo cursos y especializaciones. “Sé que hoy es muy difícil para los papás acompañar a los chicos en sus estudios, que están mucho con la tecnología, y que a su vez trabajan muchas horas para afrontar los gastos, pero es muy importante apoyarlos para que tengan con quién contar”, manifiesta. Si bien contempla que cada circunstancia es diferente, le duele cuando se desaprovechan oportunidades, y también considera que los comentarios negativos sobre su decisión de cursar la secundaria reflejan la amargura de algunas personas.
“No se dan cuenta, pero se van a arrepentir a la larga, porque tener un título cuando sos joven es maravilloso, y se pueden hacer muchas otras cosas, que a mi edad ya es muy difícil”, asegura. Además de que se trata de ejercer un derecho constitucional, tiene en claro que este recuerdo quedará sellado como un recuerdo muy especial para su familia, y eso reviste el logro como enriquecedor. “Uno de mis nietos salió abanderado esa misma semana, así que siempre se va a acordar de que su abuela llevó la bandera el mismo año que él”, festeja Raquel.
El derecho a la educación
Este es el quinto aniversario del día proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas, que este año se concentra en el lema “Invertir en las personas, priorizar la educación”. Según informa la UNESCO, en la actualidad 244 millones de niños y jóvenes están sin escolarizar y 771 millones de adultos son analfabetos.En consideración de que un derecho imprescriptible está siendo ultrajado, promueven la transformación de lo que consideran un “bien público que requiere de una responsabilidad colectiva”.
Este 2023 desde el sitio web del organismo internacional le dedican la conmemoración a las niñas y mujeres de Afganistán para exigir el levantamiento inmediato de la prohibición que restringe su acceso a la educación. Tanto Analía como Paula, en calidad de docentes, hablan con pasión de la fecha que invita a repensar ciertos aspectos, y siendo ambas educadoras del CENS 456, reclaman que así como Raquel pudo recibirse gracias a su tenacidad y la ayuda de la familia, en esa misma escuela hay muchos otros alumnos que no logran el objetivo, por motivos que los exceden, y uno de ellos es la falta de recursos.
Abuela de cuatro nietos, fue abanderada el mismo año que uno de ellos: “Va a ser un recuerdo que les va a quedar para siempre”
“Funcionamos en General Pacheco, y nuestra directora es Angélica Artaza. Tenemos tres sedes, una en el barrio Las Tunas, otra en el barrio La Paloma, y una más en Don Torcuato, y todavía no tenemos edificio propio, que es algo que soñamos para poder ofrecerle a los alumnos que cursan presencial una mejor situación”, explica la coordinadora. “El programa Educación a Distancia para finalizar estudios sirve para después poder estudiar en la facultad, a diferencia de otras modalidades que no permiten esa posibilidad, y se cursa los martes y viernes de 18 a 22″, informa.
“Es una escuela estatal hecha a pulmón con ayuda de los profesores que sacamos plata de nuestros bolsillos para que siga funcionando. No tenemos computadoras, ni resmas de hojas; ni una cooperadora donde podamos recaudar para después comprar materiales, pero seguimos adelante porque nos gusta nuestra profesión”, sostiene. En este sentido, confiesa que gracias a su vocación descubrió un círculo de colegas que la sostuvieron en un momento muy doloroso durante la cuarentena: ”Mi única hermana se enfermó de cáncer y lo que me permitió a la pandemia es trabajar desde mi casa y poder cuidarla, pero en 2021 ella falleció; y por eso cuando hablo con Raquel le digo que a mí conocerla a ella y a su familia me ayudó muchísimo porque me representó ilusión de todo lo lindo que también pasa en la vida, y me dio fuerzas para seguir”.
A su vez, la recargan de energía los mensajes de los egresados que aún un mes después de haberse graduado le siguen escribiendo para agradecerle por haberles brindado apoyo para no rendirse, y le cuentan que consiguieron un mejor trabajo ahora que tienen el secundario certificado o que se animaron a anotarse en la universidad por primera vez. “Siendo profesora de computación no puede ser que yo enseñe en un pizarrón, que no tengamos impresora, ni útiles, ni un televisor smart para poner películas a los alumnos; y para los egresados de las tres sedes teníamos una sola bandera y en cada acto la fuimos cambiando para que puedan usarla en cada lugar”, ejemplifica sobre los obstáculos que afrontan día tras día.
Toda la familia reunida el día de la graduación de Raquel, entre sonrisas y lágrimas de emoción
“No es lo mismo la educación de adultos que la de niños y adolescentes. Acá te encontrás con diferentes problemáticas, con alumnas que son víctimas de violencia de género, alumnos que pierden familiares, personas sin trabajo, y recibimos mucha gente porque el distrito de Tigre es muy grande; y somos los únicos de la región 6 que tenemos el programa de educación a distancia”, explica. Revela que hasta el momento, la única forma que encontraron para subsistir son las donaciones que van recopilando con la ayuda de algunos vecinos y colegas, y para quien desee colaborar con computadoras usadas, insumos escolares de todo tipo o realizar alguna consulta, puede comunicarse al correo: cens456tigree.distancia@gmail.com.
Paula coincide con el punto de vista de Analía, y vive en carne propia la misma lucha. “Tenemos un país grande y hermoso con una cultura increíble que se está perdiendo, se está desvaneciendo, porque se está denigrando con faltas de respeto, y debemos hacernos cargo de esta cosecha cultural”, advierte. El motor por el que trabaja diariamente con tanta pasión es porque desea aportar un mejor escenario a las próximas generaciones. “Yo no tuve la gracia de Dios de tener hijos, pero mi semilla al mundo va por este lado, por ser servidora de la educación; y notamos en la gente más joven una resistencia, de para qué es la mejora, sin valorar la importancia de los recursos que tienen”, refleja con tristeza.
“Ella también ganó su Mundial”, asegura Paula, orgullosa de su madre
A lo largo de la conversación Raquel no dudó en asentir y apoyar el sentimiento de su hija y de la coordinadora que la acompañó en todo el proceso de adaptación a las herramientas digitales. Las tres recuperan la esperanza en la misión por la que eligieron ser portavoces de una causa en la que creen y predican con el ejemplo. “Hay dos amigas mías que ahora se quieren anotar, y hoy también le dijimos a un jardinero que conocemos si no se quiere inscribir”, cuenta con entusiasmo sobre la invitación que les extiende para que se animen a retomar los estudios.
Para festejar la hazaña Paula y Raquel improvisaron un “viaje de egresados” a Pinamar, porque ahora la abanderada está decidida a disfrutar de su otra pasión: pasear. “Me encanta ir de un lado para el otro, y aunque mi movilidad no es tan buena, del brazo de mi hija voy a todos lados; y me fuimos a recorrer mucho, anduve por el casino, fui al bingo, de todo, solo me faltó bailar”, reconoce con picardía. Para su hija hubo muchos motivos para celebrar y comenzar el año con una sensación de realización personal que inspira a toda la familia: “Mi madre me dio el ejemplo con voluntad, respeto, y amor verdadero; cuando nos sacamos la foto con mis hermanos en el arco de la escuela fue muy significativa, porque para nosotros ella también ganó su mundial, con sus logros, por su esfuerzo y los valores inculcados”.