Sospechas de algo oscuro detrás del relato del submarino

Mientras la búsqueda del ARA San Juan no arroja resultados, crecen las versiones sobre irregularidades en la reparación de la nave.

Desde hace once días asistimos a una de las formas más puras del “relato”, en la que no tenemos una referencia real sobre aquello de lo que se habla. Un submarino que, por la naturaleza del accidente que sufrió, nunca nadie pudo ver hasta ahora desde el inicio de esta historia. Se sabe, en base a los comunicados oficiales, que hubo un desperfecto en las baterías, pero que éste pronto logró ser solucionado para que el viaje continuara. La decisión fue entonces que los 44 tripulantes del ARA San Juan siguieran la derrota sumergidos, aunque se les indicó que lo hicieran por el camino más corto posible a Mar del Plata.

Sin embargo, pocas horas después el submarino perdió todo contacto con tierra firme. El vocero de la Armada, Enrique Balbi, afirmó en una de sus últimas apariciones que está “esperanzado y desesperanzado”, una muestra de que cualquiera de las opciones resulta posible cuando el objeto detrás del cual está el mundo sigue sin aparecer.

La detección de un ruido compatible con una explosión en la derrota del San Juan es hasta ahora la huella más clara sobre su paradero. Esa “anomalía hidroacústica” que se confirmó el miércoles pasado había ocurrido una semana antes, el 15 de noviembre. Es decir que desde aquel momento no volvió a haber señales de la nave.

“El todo que surca la nada”, además de ser el título de una pequeña novela argentina, parece una buena frase para sintetizar lo que al menos hasta ahora constituye el inédito operativo de colaboración internacional que se despliega en el Atlántico Sur. Unas 4.000 personas que se movilizan en barcos, aviones y hasta buques recortados y vueltos a soldar para hacer entrar un submarino de rescate que llegue a 600 metros de profundidad. Una gran demostración de solidaridad que merece terminar con un rescate exitoso.

Pero mientras esto ocurre, y el presidente Mauricio Macri les ha dicho a los familiares de los tripulantes que el submarino partió en perfectas condiciones, empiezan a aflorar bajo el relato algunas sospechas de algo oscuro, que habría ocurrido durante el gobierno anterior y que no habría sido revisado por el actual.

Emerge así, entre los pliegues de los comunicados, otra familia de palabras asociadas con posibles hechos de corrupción en la reparación de media vida del ARA San Juan: baterías sin garantía, contrataciones poco transparentes, causas archivadas y auditorías no atendidas.

Mientras la fuerza de la versión estatal se va debilitando y corriendo del centro al transcurrir el tiempo sin novedades de los 44, ya aparecen voces que se animan a deslizar un “Cromañón del agua”, el fantasma de que la corrupción haya podido volver a matar. Por ahora es sólo un contrarrelato, pero amenaza con incomodar.