17 de mayo, Día Mundial de la Hipertensión Arterial

Es la primera causa de accidente cerebrovascular y también está asociada al infarto de miocardio y la insuficiencia cardíaca. La falta de diagnóstico y la baja adherencia a los tratamientos son los principales obstáculos. El rol fundamental que tiene el control de la presión en las consultas clínicas y cardiológicas.

Detrás de las enfermedades que habitualmente ocupan un lugar central en la agenda pública, hay patologías y factores de riesgo que tienen un impacto silencioso pero constante en la salud de los argentinos. La hipertensión arterial (HTA) es un claro ejemplo: apenas la mitad de los pacientes está diagnosticado y muchos de ellos no cumplen correctamente con los chequeos médicos recomendados para mantenerla bajo control.

Los números hablan por sí solos. Según la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR) y los datos arrojados por los estudios RENATA 1 y 2, cerca de un tercio de la población adulta de la Argentina es hipertensa. Incluso algunos autores, como por ejemplo los del estudio PURE, advierten que esta prevalencia podría ser aún mayor. Esto se debe a que, cuando a las personas entrevistadas en la ENFR se les suman aquellas a las que efectivamente se les registró la presión arterial (PA), la prevalencia aumenta prácticamente al 50% de la población.

“Casi la mitad de estos pacientes desconoce ser hipertenso mientras que el número de aquellos que son tratados y efectivamente controlados es de aproximadamente un 25%. De esta manera, solo 1 de cada 4 pacientes hipertensos tiene su PA adecuadamente controlada, constituyendo un serio problema de salud pública, debido a la fuerte vinculación de la hipertensión arterial con el desarrollo de otras enfermedades”, plantea el doctor Pablo D. Rodríguez (MN 75816), jefe de la Clínica de Hipertensión Arterial del ICBA Instituto Cardiovascular.

La alimentación poco saludable y el sedentarismo, asociados al aumento del sobrepeso y la obesidad, contribuyen fuertemente a que las cifras de prevalencia se mantengan en el tiempo, e incluso muestren una leve tendencia en alza. Es por eso que esta nueva edición del Día Mundial de la Hipertensión Arterial, que se conmemora cada 17 de mayo por una iniciativa de la Organización Mundial de la Salud, representa un momento ideal para difundir información sobre esta patología y fomentar las pautas de prevención y control.

Por qué se genera la hipertensión arterial

Se conoce como hipertensión arterial al aumento sostenido de la presión arterial a valores iguales o mayores a 140/90 mmHg. Es decir, lo que habitualmente conocemos como 14/9 cuando realizamos una medición de rutina. “Es una enfermedad y a la vez un factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, neurológicas y renales. De acuerdo con diferentes análisis la presencia de HTA es la primera o segunda causa de morbimortalidad en la población mundial”, advierte el doctor Rodríguez. 

La mayor parte de esta morbimortalidad está asociada al impacto sobre la enfermedad cardiovascular, ya que se trata de la primera causa de accidente cerebrovascular y uno los principales desencadenantes de infarto de miocardio e insuficiencia cardíaca. Por otra parte, la hipertensión arterial junto con la diabetes, constituyen las dos principales causas de enfermedad renal crónica e ingreso a diálisis. En resumen: corazón, cerebro, riñón y arterias son los llamados órganos blanco de la HTA y los más comprometidos cuando la PA no está adecuadamente controlada. 

Al ser una enfermedad asintomática, se ganó el triste se la apodo de “asesino silencioso”. Lo cierto es que hay una serie de síntomas o signos que se suelen vincular con esta condición, como por ejemplo la cefalea, el derrame conjuntival (ojo rojo), la epistaxis (sangrado nasal) o los mareos. Sin embargo, en la mayoría de estos casos, el aumento de la presión arterial no es la causa del síntoma, sino su consecuencia.

Lo cierto es que las causas que provocan esta patología son desconocidas en la mayor parte de los pacientes, por lo que se denomina HTA esencial o primaria. “Esta forma de la enfermedad, que abarca aproximadamente el 90% de los hipertensos, tiene un fuerte componente genético, de modo que su prevalencia aumenta en aquellos que tienen uno o sus dos padres hipertensos. Alrededor del 10% de los hipertensos pueden tener una causa secundaria, es decir que presentan otra enfermedad que genera el aumento de los valores de PA”, agrega el experto y detalla que las más frecuentes son las de origen renal y las de origen endocrino (glándulas suprarrenales, tiroides, etc.).

Un dato importante: aunque las causas sean mayormente desconocidas, existen mecanismos comúnmente relacionados al aumento de la presión que pueden ser estudiados en forma no invasiva con métodos como la cardiografía de impedancia. Su conocimiento podría orientar a los médicos en un tratamiento más efectivo. 

El Talón de Aquiles de los tratamientos: tres motivos de abandono

La foto que muestran las estadísticas disponibles en Argentina, en la que solo la mitad de los hipertensos está diagnosticado, es sólo el primer escalón del problema. El segundo obstáculo radica en que muchos de los que saben que son hipertensos no respetan los esquemas terapéuticos que les indican los médicos. La adherencia es el Talón de Aquiles de los tratamientos crónicos. Se considera que, al año de la indicación, sólo el 50% de los pacientes cumple el tratamiento de acuerdo con lo indicado”, apunta el doctor Rodríguez.

¿Cuáles son los motivos por los que los pacientes empiezan a dejar el tratamiento? Hay principalmente tres. “En la actualidad los motivos económicos, vinculados al costo de la medicación, constituyen una de las principales causales de abandono. Y no debemos soslayar otras causas, como la presencia de efectos adversos, que si bien son menores, muchas veces inducen al abandono de un determinado fármaco”, sostiene el experto.

Una tercera pata de esta problemática es mucho más simple y está atada a la vorágine cotidiana. El olvido por períodos cortos o, en ocasiones, más prolongados es el motivo más comúnmente señalado por los pacientes al argumentar su falta de constancia. “El uso de combinaciones farmacológicas en un único comprimido, al disminuir el número de tomas diarias, facilita el tratamiento y se ha comprobado que mejora significativamente la adherencia”, recomienda Rodríguez.

El especialista del ICBA destaca además que una buena relación médico-paciente, en la que este último evacúe todas sus dudas y sea informado adecuadamente de los objetivos del tratamiento, la necesidad del mismo y los eventuales efectos adversos de las drogas, es una herramienta fundamental en la mejoría de la adherencia. 

Quiénes deberían controlarse y cómo son los tratamientos

La recomendación médica es controlar la presión arterial al menos una vez al año, a partir de los 16 años. Esto no excluye que los niños también deberían tener un control en cada visita al pediatra, ya que hasta un 10% puede ser hipertenso. En caso de que tener antecedentes familiares, lo mejor es aumentar la periodicidad de los chequeos.

“Es importante señalar que la responsabilidad de controlar la presión arterial no debe recaer solo en los pacientes. El estudio RAMPAC, realizado por la Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial en 9 hospitales de todo el país, demostró que solo en el 14% de las consultas se midió la PA, incluyendo en solo la mitad de las consultas cardiológicas en las que este registro debiese ser parte fundamental”, explica el experto del ICBA Instituto Cardiovascular, donde dirige una clínica especializada en esta patología, integrada por un grupo de profesionales con vasta experiencia en el manejo de pacientes hipertensos.

Vale destacar que, desde hace varios años, distintas sociedades científicas recomiendan realizar los registros con equipos automáticos validados, que aportan una mayor precisión y evitan los errores frecuentes en el proceso de medición que se dan con los tradicionales equipos aneroides.

En cuanto al abordaje de esta enfermedad una vez diagnosticada, hay dos pilares fundamentales: los cambios en el estilo de vida y el tratamiento farmacológico. Entre los primeros, los más importantes son la reducción del consumo de sal (principalmente la contenida en alimentos procesados), la actividad física, mantener un peso adecuado y limitar el consumo de alcohol. Evitar el tabaco también es una recomendación en pacientes hipertensos, aunque su impacto en este caso es menor que en otras patologías.

“El tratamiento farmacológico es clave y se ha comprobado que la mayor parte de los fármacos antihipertensivos disponibles son eficaces, seguros y contribuyen a disminuir el riesgo cardiovascular a través de diferentes mecanismos. Alrededor del 70% de los hipertensos requerirá un tratamiento con dos o más fármacos para controlar su PA, prefiriéndose la indicación de dos y hasta tres fármacos en un único comprimido, lo que facilita la eficacia y la adherencia al tratamiento”, explica el doctor Rodríguez.

En los últimos años surgieron tratamientos mediante la utilización de procedimientos invasivos destinados principalmente a aquellos pacientes con HTA resistente a un régimen de al menos tres drogas utilizadas a dosis suficientes incluyendo un diurético. “De estos procedimientos, el más estudiado y con mejores resultados es la denervación renal, que induce descensos significativos de la PA colocando un catéter en ambas arterias renales que interrumpen la acción de los nervios simpáticos”, concluye el especialista del ICBA, donde funciona un módulo de evaluación que permite seleccionar con certeza a los pacientes que se beneficiarán con esta técnica terapéutica.