Ante un modelo nacional económicamente especulativo, deshumanizado en su accionar social, discursivamente violento frente a los cuestionamientos lógicos de un sistema democrático que habilita constitucionalmente interpelar lo ejecutado desde el Estado; las alternativas ejecutivas a ese panorama desolador, se tornan necesarias para ser contrastadas y puestas en valor frente a la ciudadanía argentina.
La falta de credibilidad política y el hartazgo social sobre esas estructuras dirigenciales conservadoras y apáticas a la demanda de nuevos escenarios públicos, han traído como consecuencia expresiones políticas que sustituyen al ser humano como eje central de sus finalidades, por objetivos económicos de interés multinacional, sin amortiguadores sociales que disminuyan el efecto nocivo de su implementación. Para éstos últimos “no hay plata” y el Estado que antes los amparaba u oficiaba de mediador, hoy debe ser achicado o desaparecer.
Implementado por administraciones justicialistas -desde 1983 a la fecha-,se encuentra en marcha un definido “modelo pampeano para el proyecto provincial”, refrendado mayoritaria e ininterrumpidamente por la voluntad popular. La ciudadanía pampeana ha comprendido que fue priorizada e interpretada en sus deseos y necesidades, para un proyecto de vida que favorece su desarrollo y proyección.
El modelo pampeano refleja una identidad regional en el manejo de la cosa pública -reconocida a nivel nacional- orientada al bienestar común; centrada en la seriedad profesional de su administración, la equidad distributiva de sus bienes materiales sobre la población (salud, vivienda, educación, trabajo, seguridad, etc.) y la estabilidad estructural de su política económica para el crecimiento provincial.
Esa retroalimentación positiva entre gobernados y gobernantes al momento de empatizar intereses públicos, privados y civiles, se traduce automáticamente en confianza popular al momento de empoderar gestiones estratégicas que involucran al conjunto de la sociedad. Sin empatía, valores compartidos y acciones concretas, no es posible construir credibilidad y acompañamiento entre unos y otros.
Con una administración nacional completamente opuesta a lo implementado desde la provincia de La Pampa, las diferencias se tornan abismales y contundentes al momento de comparar “costos y beneficios” para la sociedad local. Mientras nación reduce el Estado a una mera figura institucional “decorativa”, detonada por topos y motosierras, el Estado provincial pampeano fortalece sus vínculos con la sociedad, acudiendo con acciones responsables en su asistencia y contención, procurando con recursos propios asumir responsabilidades abandonadas por el Ejecutivo Nacional, especialmente en la distribución de ingresos coparticipables que garantizan el funcionamiento de bienes y servicios que hacen digna la vida cotidiana de los trabajadores.
La Pampa es la provincia argentina menos endeudada y con mayor índice de desarrollo humano del país, consecuencia de una administración humanizada y efectiva de su dinero público. La administración justicialista cumple con sus propuestas de campaña: genera empleos incentivando la inversión y diversificación productiva, propone créditos a tasa subsidiada para dichas producciones, garantiza el funcionamiento de las PyMEs, genera conocimientos científico-estratégicos para apuntalar programas de crecimiento para su matriz productiva; invierte en conectividad para reducir la brecha digital en todo el territorio provincial como un acto de justicia social, extendiendo la fibra óptica y digitalizando funciones en la administración pública en beneficio directo de sus usuarios.
El modelo pampeano es solidario y refleja una realidad con profundas raíces ideológicas, funcionando satisfactoriamente, sin ocultamientos dudosos. Claro que es perfectible, porque es humano. Responde con fundamentos legales a los embates de una gestión nacional deshumanizada y egoísta que busca disciplinarlo, para que su ejemplo federal no impacte y se replique sobre otros estados provinciales que buscan ser libres, justos y soberanos de verdad.
Un modelo de gestión que pone al ser humano en el centro de sus prioridades: con salud pública a la vanguardia del país, con una infraestructura adecuada que permite su accesibilidad en cualquier punto de la provincia; con educación inclusiva en todos sus niveles, para que nadie quede excluido de ese derecho constitucional imprescindible para la vida en sociedad. En dicho modelo, la seguridad ciudadana es una construcción colectiva, enfocada en el respeto por los derechos humanos, con perspectiva de género y respeto por todas las diversidades existentes.
En la construcción diaria de ese proyecto provincial, nadie queda excluido y todos son partícipes de su existencia. A través de la comunidad organizada en sus diferentes instituciones, el gobierno pampeano convoca y estimula -a través de diversos medios- su colaboración para alcanzar ese ideal de provincia al que aspiramos, un encuentro enriquecedor de voluntades para el beneficio material y espiritual de todos, sin exclusiones ni mezquindades.
Por ello, el próximo año electoral deberemos tener presente en nuestras razones, la realidad local en la cual vivimos, eligiendo con responsabilidad a quienes deberán representarnos en el parlamento nacional; individuos probos, capaces de defender con profesionalismo nuestra identidad regional y modelo de gestión; proyectando logros y desafíos tendientes a concretar ese devenir provincial superador, pacífico y humanizado al que deseamos seguir perteneciendo, por el bienestar colectivo de todos los pampeanos y pampeanas.
*Silvio J. Arias
Prof. Ciencia Política
Militante PJ – La Pampa