Los integrantes de la escuadrilla de las aeronaves Neptune, Jorge Rosende y Miguel Ángel Noel junto a Máximo Wolf tripulante del ARA Portaviones 25 de Mayo, aportaron material invaluable de los aviones Neptune que participaron del rescate de los náufragos del hundimiento del Crucero Belgrano, al Museo de Malvinas que dirigen los ex combatientes de Edaurdo Castex.
«Nos han traído instrumental de la aeronave Neptune 2P-111 que se encuentra en el Museo Naval de Bahía Blanca», señaló Javier Galbiati.
En tanto los visitantes, señalaron que, «pudimos acercar estos importantes elementos electrónicos, de comuncación al museo de la localidad y seguramente van a poder crear el rincón del Neptune»
Horacio Rosende, otro de los tripulantes de la escuadrilla de los Neptune, también aportó más material de la aeronave al museo malvinero, «es un cohete de práctica y un regualdor de presion de la aeronave, cuando consiga algo más seguramente también lo voy a traer»
El MUSEO SIGUE SUMANDO MATERIAL
«Gracias a dios si, ya tenemos un montón de historia recopilada, ahora armaremos la parte del Neptune, y seguimos a la espera de más cosas, pronot habrá más novedades», indicó, Juan Carlos Miranda.
EL NEPTUNE 2-P-111 (*)
El 2 de mayo del año 1982 a las 16:02, el Crucero ARA General Belgrano, fue alcanzado por dos torpedos disparados por el submarino nuclear ingles Conqueror que le produjeron posteriormente su hundimiento y donde murieron 323 marineros. El resto de la tripulación debió abandonar el navío, abordar las balsas de salvataje a donde permanecieron a merced del frio y del fuerte oleaje hasta que fueron rescatados y trasladados hasta la ciudad de Ushuaia.
Informados del ataque del navío, se pudo en marcha un operativo de rescate por mar y aire, por lo que 21 horas más tarde, los náufragos fueron avistados por ese avión de la Armada Argentina.
En las primeras horas del día 3 de mayo, diez hombres tripulando la aeronave Neptune 2-P-111, despegaron del aeropuerto de Río Grande con rumbo al área del hundimiento del Crucero, con la misión y el anhelo de encontrar a los sobrevivientes.
A las 12 horas de ese mismo día la aeronave llegaba al límite de su autonomía de combustible, para efectuar un regreso seguro al aeropuerto de origen. Pero estando su comandante consciente que una noche más en el mar podría cobrar mayor cantidad de vidas entre los náufragos y que la esperanza de hallarlos comenzaría a diluirse con el paso de las horas, puso a consideración de su tripulación la decisión de continuar la búsqueda, cuyos miembros no dudaron seguir adelante, sabiendo que de continuar con la misma corrían verdadero riesgo de no poder retornar a tierra. Por lo que a costa de sus propias vidas, tomaron la heroica decisión de extender la localización de sus camaradas.
Poco tiempo más tarde de esa decisión, el radio-operador pudo captar el primer enlace radioeléctrico con una de las balsas, y a las 13:20 horas avistaron las primeras 15, junto a un bote con náufragos. Inmediatamente lanzaron las marcas humosas y regresaron, habiendo transmitido las coordenadas para que los buques más cercanos pudieran ejecutar el rescate de los sobrevivientes.
Con muy poco combustible en los tanques, el comandante de la noble aeronave puso proa hacia el aeropuerto de Río Grande en un vuelo reducido sin saber si llegarían a la pista o si tendrían que efectuar un aterrizaje de emergencia. Sin embargo, con el último resto de combustible de reserva, el Neptune tocó pista habiendo cumplido acabadamente con la misión encomendada.
El Esfuerzo, la abnegación, la valentía y el espíritu de sacrificio que guió a esta Tripulación permitieron salvar 770 vidas.
(*) ZONA MILITAR