
La guerra deja heridas profundas, recuerdos imborrables y, a veces, también historias inesperadas de heroísmo. En el conflicto de Malvinas, dos perros callejeros, Tom y Mortero, se ganaron un lugar eterno en la memoria de los soldados que los acompañaron y en el corazón de los argentinos. Uno viajó como polizón, el otro terminó siendo prisionero de guerra. Ambos dejaron una huella que hoy se recuerda con emoción.
Tom, el perro que viajó de polizón y salvó vidas
El 16 de abril de 1982, en los cuarteles de Junín, el cabo primero Omar Liborio se topó varias veces con un perro callejero que lo hizo tropezar mientras trasladaba unas camperas. En un acto casi instintivo, lo levantó en brazos y decidió llevárselo a Malvinas. Así nació la leyenda de Tom, bautizado con las siglas T.O.M. (Teatro de Operaciones Malvinas).
Tom fue escondido entre mochilas y abrigos, cruzó el mar junto al Grupo de Artillería 3 y se convirtió en uno más. “Era un soldado más”, afirmaron sus compañeros. Gracias a su agudo oído y olfato, Tom advertía con anticipación la llegada de aviones enemigos, alertando a los soldados y salvándoles la vida. Su fidelidad fue inquebrantable.


El 12 de junio, durante un bombardeo inglés con bombas racimo, Tom resultó gravemente herido. Liborio lo encontró tendido sobre una roca, mirándolo por última vez. Fue sacrificado para evitarle sufrimiento y enterrado en Malvinas. Fue el único del grupo que no volvió.
En 2014, los 16 soldados que sobrevivieron gracias a él inauguraron una estatua en su honor en Ascensión, provincia de Buenos Aires. En 2022, una réplica fue colocada en el Museo Malvinas, donde una niña, al ver su figura, resumió lo que muchos sienten: “Mami, ese perro fue muy valiente”.
Mortero, el perro que fue prisionero de guerra
La historia de Mortero es distinta, pero igual de conmovedora. Fue adoptado por el suboficial Víctor Funes en el Regimiento de Infantería 8 de Comodoro Rivadavia. Siempre alegre, acompañaba a los soldados en todas las actividades y, cuando fueron enviados a Malvinas, decidieron llevarlo con ellos.
El 14 de junio, tras la rendición, Mortero fue capturado junto a los soldados por las fuerzas británicas. Fue trasladado al buque Norland, donde protagonizó una anécdota memorable: orinó la alfombra de los ingleses. “Querían tirarlo al agua, pero no lo permitimos”, recuerda el veterano Carlos Alberto González, autor del libro «Mortero, el perro héroe de Malvinas».
Mortero regresó sano y salvo y, según los relatos, murió de viejo y fue enterrado en el regimiento. Tiene dos monumentos: uno en el museo de Malvinas y otro en la Plaza de Armas del Regimiento 8. González hoy recorre escuelas con su libro, contando a los más chicos una historia de amor, coraje y memoria.

Perros que también hicieron patria
Tom y Mortero no portaban uniforme ni armas, pero cumplieron un rol vital: el del amor incondicional, la compañía en el dolor, y la entrega total. Historias como la suya recuerdan que la guerra no solo la libran los humanos. También la pelean, ladran y acompañan los héroes de cuatro patas.