
El experto en generación de riqueza, con o sin plata -y todo su equipo-, han dejado un escenario calamitoso para los sectores medios y bajos de nuestra sociedad, quienes completamente desguarecidos y sin capacidad de reacción, soportan estoicamente un ajuste económico injusto, que mina su capacidad de consumo atentando contra toda posibilidad de ascenso social y resguardo de su dignidad personal. Se metieron con los más débiles, sin tocar a los poderosos.
Las principales consultoras del país, han comenzado a revelar datos convenientemente simulados, pero absolutamente corroborables en el cotidiano de la gente: caída del consumo de carne, leche, pan y verduras son una realidad dolorosa para comerciantes y consumidores. La inflación de un dígito no sirve para nada, cuando los sueldos no alcanzan para consumir más y mejor. Los capos de la economía financiera internacional están anestesiados ante el pulso cada vez más débil de los sectores populares, ajenos a los grandes triunfos monetarios y especulativos de una casta política que los ignora y al mismo tiempo explota sin moral alguna.
Por ello, ante tamaño fracaso del liberalismo anarco-capitalista en la Argentina, quienes pertenecemos a la comunidad cristiana (no necesariamente católica), nos preguntamos con profundo dolor ¿qué felices fiestas tendrán los perjudicados por este modelo elitista que ahoga a los sectores populares de nuestro país, robándoles hasta la fe?,
Casi medio millón de trabajadoras y trabajadores argentinosdesempleados y sus respectivas familias, seguramente intentaran sobrellevar con dignidad y solidaridad estos días de celebración que se aproximan por el advenimiento de nuestro Señor Jesucristo, rogando al Altísimo un milagro, un cambio real que los saque de una vez por todas de este letargo absurdo y perverso en el cual hemos sido hundidos por obra de la perversión materialista y el egoísmo humano.
Es cierto que el capitalismo anula la esencia de toda manifestación humana tendiente a fortalecer la espiritualidad de su condición, pero también es cierto que dichas escenificaciones materiales producen dolor y exclusión sobre quienes no pueden ser parte de las mismas.
Por ello con su Fundación de Ayuda Social, para estas fiestas decembrinas Eva Perón enviaba -entre tantas otras cosas- sidras y panes dulces para sus “grasitas”, porque sabía desde las entrañas mismas de su ser, lo que significaba no tener en una mesadichos productos para compartir en familia. Evita no necesitó ser economista para comprender las necesidades y el dolor de su pueblo, indignándose hasta la rabia más justificada con quienes lo hacían sufrir por su egoísmo; por ello en sus acciones había justicia social, sensibilidad y amor real al prójimo. Su fuerza era terrenal, sin dobleces, frontal, respetuosa y verdadera, tan verdadera como el odio de sus adversarios que jamás la comprendieron.
Su ejemplo revolucionario era Jesucristo, un líder espiritual y apoyo moral, además de guía para el mejoramiento de la humanidad. Él supo denunciar las hipocresías del statu quo dirigencial de entonces, echando por ejemplo a los mercaderes del templo, exponiendo el usufructo inmoral de la espiritualidad con fines lucrativos.
Ojalá los ejemplos de estos seres extraordinarios que nos mostraron que es posible una realidad mejor, sean reflotados en los foros más íntimos de nuestra existencia, para encontrar una salida inclusiva y solidaria que guie y contagie el espíritu desorientadode nuevas dirigencias, volviéndolas más justas y empáticas ante el dolor de los que sufren.
Todos merecemos sentarnos fraternalmente alrededor de una mesa, compartiendo con nuestros seres queridos la felicidad de una vida mejor, sin olvidar jamás que todos somos iguales ante un Estado presente, justo y solidario; al igual que lo somos ante los ojos misericordiosos de nuestro Padre Creador.
*Silvio J. Arias
Prof. Ciencia Política
Militante PJ – La Pampa














